El 30 de noviembre de 1609 el Universo entró en el prismático de Galileo.
Para conmemorarlo, más de 60 artículos de todo el mundo, en varias lenguas, dedicados a la divulgación de la física en todas sus facetas. Hay artículos para todo: física de partículas, mecánica cuántica, mecánica, óptica, astrofísica, cosmología, curiosidades de la física, termodinámica, gravedad e incluso sociología en física.
Me gustaría que todos los lectores que no han participado, para colaborar en la difusión, sencillamente se lean todos los artículos que puedan, aprendan, y sirvan de enlace para difundir la física por el mundo usando el eficaz boca a boca.
Con motivo del Carnaval de la Física, un acontecimiento que conmemora el 3o de noviembre el aniversario de la primera observación de un cuerpo celeste por Galileo, solicité participar para colaborar con la difusión de la física entre el público en general. Debido al público objetivo de la iniciativa, voy a tratar de simplificar lo máximo posible algunos fenómenos complejos de la física cuántica relacionados con el Experimento de Young o de la doble rendija.
Este experimento consistía en un intento de discernir si la naturaleza de la luz era ondular o corpuscular. Es decir, si era una onda o una partícula. En un principio, este experimento, que puedes observar en este vídeo, trataba de comprender la naturaleza de la luz. Sin embargo, derivó en conclusiones mucho más amplias y excitantes. Recomiendo verlo antes de continuar con el artículo. Son sólo 5 minutos y es muy visual y didáctico.
¿Te ha sorprendido? Pues todavía te quedan muchas cosas aún más sorprendentes por conocer.
Un experimento propuesto en 1978 por John Archibald Wheeler llamado experimento de elección retardada descubrió que, si ponías el ojo no delante de la rendija, sino detrás, ocurría algo absolutamente inexplicable. El detector no medía la partícula antes de que pasara por las rendijas, sino después, una vez que supuestamente hubiera pasado por ambas a la vez, como predecía el experimento anterior. Sin embargo, este acto de medida provocaba igualmente el colapso de la función de onda y detectaba que sólo realizaba el paso por una de las ranuras, no ambas. ¿Cómo es eso posible? ¿Cómo puede una partícula saber que va a ser medida y, en función de ello, elegir cruzar una sola de las rendijas?
Para contestar a esto lo primero que hay que entender es cómo realizan dicha medición. Imaginemos el experimento anterior tal cual está hecho, y colocamos un emisor de fotones tras la rendija. Usamos electrones como partícula a emitir en el cañón, siguiendo este esquema:
Experimento de elección retardada de Wheeler
La lámpara emite fotones que rebotan (o no) con el electrón que cruza una u otra rendija. Con esta interferencia y fotodiodos colocados estratégicamente, se puede saber si un electrón cruzó una u otra rendija.
Existe otra versión del experimento que usa espejos semireflectantes, usando el interferómetro de Mach-Zender. Un espejo semireflectante deja pasar el 50% de la luz que incide sobre él, y refleja el 50% restante. Cuando la luz incidente se reduce a un sólo fotón, este porcentaje se sigue conservando, y el fotón pasa y se refleja a la vez, de forma similar a como antes los fotones pasaban por ambas rendijas a la vez, y más adelante interfiere consigo mismo. Aplicando este sistema a un cañón de electrones y espejos semireflectantes para electrones, tenemos el interferómetro antes mencionado. Un esquema de su funcionamiento lo puedes ver a continuación:
Interferómetro de Mach-Zender
Está compuesto por un emisor de electrones, dos espejos semireflectantes, dos espejos normales y dos detectores. Cuando un electrón sale del emisor, el segundo espejo semireflectante no está colocado ahí, con lo cual se comporta como onda, se refleja en ambos sentidos a la vez, y al llegar a los detectores éstos reciben un patrón similar al del experimento de la doble rendija, con interferencias del electrón consigo mismo.
Si después de que el electrón cruce el primer espejo semireflectante colocamos instantáneamente el segundo antes de que llegue a él, y ese mismo espejo contiene un detector (similar al que mencioné antes) que es capaz de decir de dónde procede el electrón, si del espejo de arriba o el de la derecha, en ese momento se pierde el patrón de interferencia que procedía del primer espejo, comportándose el electrón como partícula desde que fue emitido. Esto resulta difícil de comprender, pero ocurre tal cual lo cuento, y es una paradoja muy sorprendente. ¿El electrón es capaz de avisarse en el futuro a sí mismo que va a ser medido para que cruce el primer espejo como partícula y no como onda? ¿Es posible colapsar la función de onda con efecto retroactivo?
Una de las propuestas para explicar este experimento es que realmente existe una especie de comunicación entre el futuro de la partícula y su pasado, para colapsar su función de onda con carácter retroactivo. Sin embargo ¿hasta cuánto puede llegar ese viaje en el tiempo? Estos experimentos tienen lugar en cajas de pocos metros de ancho, pero si se realizara con espejos situados a varios años luz de tamaño, ¿seguiría ocurriendo ese fenómeno? La respuesta lógica es que sí, pero entonces el viaje en el tiempo sería de varios años, lo cual rompe todos los conceptos básicos de causa-efecto en física. Ahora el efecto es anterior a la causa. ¿Es esto posible o asimilable?
Una vez estamos en este punto, cada uno puede tener una diferente opinión de lo que ocurre ahí, pero antes de sacar conclusiones precipitadas, quiero dejar claros varios puntos que normalmente no se explican:
La conocida ley del Principio de Incertidumbre de Heisenberg nos impide conocer la posición de la partícula (por qué rendija pasó) sin alterar su velocidad, lo cual puede resultar en su colapso de onda. Realmente el mismo hecho de medirla altera todos los resultados del experimento, ya que sería similar a decir “Mira, esto es la cabeza de una persona y dentro hay un cerebro que probablemente piensa. Sin embargo, acabo de cortársela con una motosierra para mirar dentro y ahora me doy cuenta de que no piensa. Por tanto, el hecho de observar el cerebro hace que no piense”. ¿Esto es así? No, el cerebro no piensa porque le has cortado la cabeza, no porque lo observes, así que no sabemos si es el acto de observar lo que colapsa la función de onda, o el hecho de que estemos bombardeando con auténticos cañones fotónicos a los electrones que tratamos de medir. Si existiera un método no invasivo de
observación que permitiera saber por dónde ha pasado el electrón, quizás no colapsáramos la función de onda, ni en el futuro ni en el pasado.
Una partícula no es inteligente, ni tiene suficiente información como para ser capaz de decirse a sí misma que va a ser medida por un fotón al cruzar un espejo semireflectante a la hora tal minuto tal segundo tal por un humano gigantesco. Es demasiada información para ser transferida. La única información que podría transmitir, en todo caso, es “colápsate, porque yo me he colapsado”.
Por los anteriores dos puntos, no podemos llamar al “observador” así, sino más bien lo llamaríamos “colapsador“. Somos unos colapsadores de ondas, no un inocente ojo que espera ver por dónde pasa la partícula.
Personalmente, no pienso que exista una transferencia de información del futuro al pasado, sino que el hecho de que la onda se colapse a partir de cierto punto tiene unos efectos secundarios que nosotros, erróneamente, interpretamos como un colapso de onda retroactivo. Para entenderlo, supongamos que el electrón pasó, como onda, por ambas rendijas a la vez. Una vez cruzó ambas rendijas, fue detectado en determinado lugar por la lámpara y los fotodiodos. Esa observación provocó un colapso de onda en un punto aleatorio frente a una de ambas rendijas. Esto no quiere decir que pasara por esa rendija, sino que el colapso de onda mostró el electrón como si hubiera pasado por una rendija determinada. Es similar a lo que ocurre si mandamos los electrones uno a uno como vimos en el vídeo anterior: el electrón impacta en la pantalla de atrás en un punto concreto, no en todos a la vez. Igualmente, al intentar detectar el electrón justo frente a las rendijas, éste “impactó” con
el fotón en un punto determinado frente a una de las dos rendijas, simplemente porque debido a la aleatoriedad de las fluctuaciones en mecánica cuántica dijo que en ese momento debía colapsarse en ese lugar y junto a esa rendija.
Finalmente, espero haber aproximado al lector un poco más cerca de cómo es realmente el mundo de las ondas y las partículas en la mecánica cuántica, y cómo toda partícula es a la vez onda, pero sólo se manifiesta con una de ambas formas en cada momento. A pesar de la longitud y el detalle de este artículo, a día de hoy no hay explicación consistente y absoluta de cómo es el mundo de lo muy pequeño, por lo que los cabos que se han quedado sueltos se dejan a la imaginación o deducción de cada persona. Si tenéis alguna idea, podéis participar en los comentarios, sois bienvenidos.