11 junio 2007

Crónicas del fin del mundo (II)

Puesta en práctica
Seguramente muchos conozcáis el famoso CÓMO: Destruir la tierra cuya traducción al castellano estaba incompleta ya que faltaban las partes de “métodos que no destruyen la Tierra” (es decir, sólo a la humanidad) y los “métodos de ficción” (tipo Dragon Ball y Star Wars).
Pues bien, de la sección “métodos que no destruyen la Tierra” he extraído y traducido libremente (es decir, adaptándolos a mis requerimientos destructivos) las posibilidades que ahí se exponen para conseguir nuestro objetivo CÓMO: Destruir la humanidad.
* Nanotecnología: Programar una determinada cantidad de máquinas autoreplicantes de Von Neumann de pequeño tamaño encaminadas a, por ejemplo, infectar exclusivamente células humanas y al mismo tiempo replicarse. Dichas máquinas son, en realidad, el mismo concepto que un virus (en este caso artificial), pero mucho más destructivo, ya que un virus tiende a mantener un equilibrio ecológico respecto a sus huéspedes.
* Explosión de rayos gamma: Necesitas una estrella en la vecindad estelar de la Tierra que posea más de 40 masas solares. Estas estrellas masivas son difíciles de encontrar, y menos cerca. Incluso Betelgeuse sólo tiene 20 masas solares. El mejor candidato que conozco es Eta Carinae, con 120 masas solares, pero se encuentra a unos 7500 años luz.
Las explosiones de rayos gamma son potentes inundaciones de fotones de corta vida. Las hay de dos tipos, cortas (menos de dos segundos) y largas (de dos segundos a tres minutos). Estas últimas están provocadas por las hipernovas, centenares de veces más violentas que las supernovas ordinarias. Ese tipo de estrellas suelen estar a miles de millones de años luz de distancia cuando explotan, lo que da idea de lo potentes que son, dado el hecho de que podamos detectarlas. ¿Cómo resultaría si fuesen del grupo local del sol? Cualquier explosión producida a 20 años luz sería suficientemente violenta como para destruir toda materia orgánica en la superficie de la Tierra, aunque no haría ni una abolladura en la estructura física de nuestro planeta.
* Carbonizados con una fusión catalizada por muones de los océanos: La idea es que un muón es una partícula cargada negativamente, como un electrón. Si lanzas una gran cantidad de muones contra un poco de hidrógeno, algunos de los muones sustituirán a los electrones en los átomos de H. Debido a la diferencia de masa, los átomos de H se harán mucho más pequeños (una órbita más cercana la del muón respecto al núcleo), haciendo que los átomos se acerquen más unos a otros y aumentando la probabilidad de que se fusionen los núcleos.
Así pues, si se lanzan al océano, los átomos de deuterio combinados en el agua de los océanos empezarán a realizar espontáneamente reacciones de fusión. La cantidad de energía desprendida sería tan grande que podría destruir por completo la naturaleza y la corteza terrestre. Tiene de malo que no dejaría rastro de ninguna especie viviente, excepto quizás alguna bacteria aislada superviviente. También existe el inconveniente de la cortísima vida de los muones. Si la producción fuese constante y sin pausa, quizás habría una posibilidad. En caso contrario, los átomos perderían los muones por desintegración antes de tener posibilidad de realizar la fusión.
* Volarlo todo detonando bombas de vacío: Algunas teorías científicas nos dicen que lo que vemos como vacío es realmente un promedio, repleto de grandes cantidades de partículas y antipartículas que aparecen constantemente y se aniquilan entre sí. Se sugiere que el volumen equivalente al de una bombilla contiene bastante energía del vacío como para hervir los océanos. Por tanto, la energía del vacío podría ser la mayor fuente energética existente. Todo lo que se necesita es el método de extraer dicha energía, y canalizarla a una central energética. Luego se puede permitir a ésta realizar una reacción energética sin control, o incluso miniaturizar dicha central en una simple bomba, y lanzar varias sobre la faz de la Tierra. Esto sería suficiente para aniquilar todo rastro de vida en la superficie terrestre.
Ahora bien, por el momento hay cinco diferentes maneras de calcular la energía del vacío, y no todas responden que ésta sea muy grande. Por tanto, es difícil asegurar que sea plausible este método.
* Seguir votando a George W. Bush y permitir que siga ejercitando su voluntad en el mundo: No le quedaría mucho a la humanidad si esto no sólo sigue así, sino que se le da preferencia y vía libre a todas sus acciones. Este método tiene la ventaja de que sería bastante selectivo hacia los humanos, respetando la mayoría del resto de seres vivos (o quizás la minoría, pero algo es algo).
* Paradojas del tiempo: Yendo al pasado y asesinando a los primeros homo sapiens, debería ser suficiente. Y si nos apetece, podríamos también asesinar a todos los homo neanderthalensis. Es muy posible que no surjan de nuevo de forma espontánea. La selección natural no permitiría de nuevo crear un error tan grave como lo fue la serie “homo” versión 0.1 alpha. Lo malo es que muchos dicen que esto sería imposible, que algo nos impediría hacerlo, ya que no podemos cambiar la historia, o que sencillamente todo ocurriría en un universo paralelo y no en el nuestro. O que viajar en el tiempo sea imposible, claro.
* Cesar todo pensamiento o suicidarse: Método dedicado a mi querido Jarfil, que tanto insiste en el mismo, que consistiría en separar del mundo el punto de vista propio; con lo cual desaparece toda la humanidad. Sin embargo como dijo Philip K. Dick: “La realidad es esa cosa que no desaparece cuando uno deja de creer en ella”. Pena.
* Detonar todas las bombas atómicas del mundo: El menos original de todos pero, aunque no lo parezca, este método es poco destructivo hacia la naturaleza en sí y no dejaría un solo humano viviente sobre la Tierra. Ni siquiera refugiándose podrían escapar, ya que ¿de qué vive? ¿De qué se alimenta? ¿Vale la pena toda una vida bajo tierra sin contemplar las maravillas del mundo (si es que para entonces no habían dejado el planeta hecho unos zorros)?
* Demostrar que 1=0: Hum, bueno, si se lograra demostrar esta igualdad se podría concluir que, puesto que Tierra hay una, no hay Tierra. Como la Tierra no existe, nos moriríamos todos instantáneamente. De todas formas, descubrir una prueba matemática no cambia el estado de las cosas, no se puede transformar un hecho real en falso. Algo es rigurosamente verdad si siempre ha sido verdad. Si se llegara a demostrar alguna vez que 1=0, entonces la Tierra nunca debería haber existido. Sin embargo, existe. Ups…
* Matrimonio gay obligatorio en todo el mundo: Digamos que es el mejor método de todos, el menos dañino para el resto de especies, relativamente rápido (máximo 120 años), y el único que es absoluta y totalmente imposible. Incluso aunque esta ley o mandamiento fuese el más importante, justo y valioso que existiese. La humanidad es así. Qué le vamos a hacer…

01 junio 2007

Crónicas del fin del mundo (I)


Teoría y filosofía

No son pocas las ocasiones en las que sueño con el fin del mundo, ya sea porque este se ha ido literalmente al carajo, o porque está a punto. Son de mis mejores sueños, para qué negarlo. Nunca he ocultado que uno de mis mayores deseos sería poder presenciar el fin de este mundo antes de morir. Aunque tampoco estaría nada mal participar en él como ángel vengador tras mi muerte, por supuesto.

No existe en mi mente un mundo más paradisíaco que aquel que esté peladito de humanos. Una cantidad equivalente a todos los simios superiores (chimpancés, gorilas, oragutanes y bonobos) que quedan vivos en este planeta sería un justo número para la cantidad de humanos vivos que restasen tras una buena limpieza.

Hay quien me ha comentado que no serviría de nada, puesto que la humanidad volvería a caer en la espiral destructiva en la que se encuentra ahora, sea por naturaleza o por falta de medios de control. Sin embargo, no considero que el ser humano concreto sea un virus, sino la humanidad. Recordando el relato bíblico de la expulsión del paraíso, creo que existe un error bien gordo: Dios no expulsó a Adán y Eva del paraíso; huyeron ellos. Dios no castiga quitando libertad, sino que es el ser humano la especie más capaz de libertad de elección sobre sí mismo que existe. Prácticamente el único animal capaz de decidir si tener hijos o no y cuándo, comer por hambre o por gusto -o no comer-, ser adulto en la infancia o comportarse como un niño en la vejez, de practicar sexo tanto por reproducción como por placer y en el momento que le de la gana, e incluso decidir si conectarse a un respirador artificial o tirarse por un puente. Y sí, he seguido la secuencia nacer, alimentarse y crecer, reproducirse y morir, pudiendo elegir voluntariamente las condiciones de todas las partes. Por supuesto, con más o menos control dependiendo de las personas. Hay que tener en cuenta que la gran masa son simples borregos fáciles de manipular externamente, pero me atendré a las posibilidades potenciales de un ser humano medio tirando para arriba. Se puede argumentar que hay animales que se suicidan (chimpancés, por ejemplo), o que se declaran en huelga de hambre (un perro o un gato tristes), o que practican sexo por placer (sólo los bonobos y delfines en todo el reino animal, que se sepa), pero ninguno puede elegir la fecha de concepción de su futuro hijo, ni prueban a chupar de una teta cargada de leche con 30 años para ver a qué sabe, ni todas estas cosas y las anteriores a la vez.

Para no desviarme demasiado resumo: los humanos pueden decidir ser un virus, un parásito, un simbionte, un depredador o cualquier otra cosa, y eligió ser un virus. La destrucción de todo vestigio de raza humana excepto unos pocos probablemente pueda dar una nueva oportunidad a éste para elegir. Dados los conocimientos científicos que hemos adquirido hasta el momento, tenemos aún mayores posibilidades de convertirnos en un animal simbionte o como mucho un depredador. Es más, esto nunca se ha intentado antes. El relato bíblico del Diluvio Universal tiene otro fallo bien gordo: el Dios del Antiguo Testamento era un cobarde mariquita. Sólo destruyó la zona del golfo pérsico, dejando al resto del mundo intacto. Allí se gestó la civilización, pero también se corrompió probablemente por influencias externas. O quizás allí la humanidad decidió ser un virus. A saber.

Entonces, en conclusión, tenemos tres alternativas:


  • Permitir que la humanidad siga su curso tal como ahora, destruyendo el planeta, alargando cada vez más las distancias entre el primer y el cuarto mundo, agotando sus recursos, y acabar con toda posibilidad de continuidad de la especie puesto que a la larga es obvio que nos extinguiremos, a este paso. No hay más que mirar a los dinosaurios, que dominaron la Tierra hasta que cayeron. Y esta vez no serán un meteorito y posteriormente el aumento de la temperatura los desencadenantes que provocarán nuestra extinción, sino nuestra propia ansia de destrucción que está cambiando las condiciones del planeta por completo.
  • Destruir por completo todo vestigio de humanidad en la Tierra, y olvidarnos de que alguna vez estuvimos aquí, cosa impracticable puesto que es absolutamente imposible convencer(nos) a todos de suicidarnos
  • Destruir gran parte de la humanidad y conservar un pequeño número de ejemplares incorruptos que son, o al menos deberían ser, los que provocasen dicha extinción masiva (uy, qué genocidas  ). El elegir a quiénes lo dejo en manos (una vez más, como cuando hablé de los sistemas políticos humanos) de un superordenador. Una vez conseguido esto, reiniciar el ciclo evolutivo con una estrategia distinta que nos permita compartir nicho ecológico con el resto de especies y con nosotros mismos, sin tener que ir autodestruyéndonos y con ello llevándonos por delante todo bicho viviente que se nos interponga.


En el próximo “capítulo” explicaré un poco las formas de hacer esto último…